jueves, 23 de diciembre de 2010

Sobre la pintada del Café Central

Ese lugar huele a Jazz, sus paredes me lo han dicho. No me importa que sea un producto comercial destinado a atraer turistas. Siempre tendrá su encanto propio.

A veces pienso que la vida es un poquito como esa pintada en el servicio de señoras del Café Central: <<Dani, creía ver tu cara por las calles de Madrid >> No sé si la cito textualmente, aunque, en esencia, dice eso aproximandamente.

Es muy llamativa. Escrita con lápiz rojo (Dani...) todo en mayúsculas (...creía ver tu cara...) en mitad de la pared (...por las calles de Madrid). Lo interesante es que pueden existir cientos de historias detrás de esa frase.

Cuando la vi, la primera que se me ocurrió era un poco desgarradora: Dani podría haber muerto y la chica que lo escribió no lo terminaba de superar y se imaginaba que se lo iba a encontrar en cada esquina y al final no era verdad.

De acuerdo, la solución más sencilla sería que, simplemente, Dani y la Chica (no sé qué nombre ponerle, pero la estaría rebajando si lo escribo en minúscula)   se conocieron en otra ciudad, que Dani se marchó a Madrid y perdieron el contacto. Pasado el tiempo, la Chica fue a Madrid, pero no sabía cómo contactar con él; quería verle pero no podía. Entonces, en una borrachera, le dio por escribir esa pintada en el Café Central.

Pero lo que me hace pensar que Dani está muerto es el sitio en el que está escrita la pintada: el  servicio de señoras. Está bien, está bien... en una borrachera no hubiese pensado dónde lo escribía. Pero sí que sabría que  era casi imposible que Dani fuese a ese lugar. Por eso creo que Dani murió: la pintada estaba en un sitio en el que él jamás la hubiese visto, porque en realidad ella no esperaba que la viese.

Vale. Donde quiero llegar con todo esto es que la vida es un poco así. Piensas en ciertas personas sin que ellos  lo sepan. Otras personas se acuerdan de ti sin que tú lo sepas. A veces es por cobardía, otras, por simple pereza. El caso es que al final no nos lo decimos. Y nos morimos sin saberlo.

Nos quedamos solos, sin saber quién piensa en nosotros y sin decirles a los demás que pensamos en ellos. Hasta que al final es demasiado tarde y se nos olvida o se olvidan de nosotros. Y nos morimos.

Y el mundo se convierte en un lugar un poquito más frío y más húmedo. Y no quedan paredes que nos susurren cuándo una persona huele a Jazz.

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