Supongo que tú eres una de esas personas. Sí, una de esas. Lo siento en cuanto descuelgas el auricular y oigo tu <<¿Diga?>> al otro lado dela línea. Y sé perfectamente que eres tú. Tenemos ese rollo ¿sabes? Esa confianza inquebrantable que hace que, aunque hayamos pasado dos meses sin hablarnos -¡dos meses ya!- nos comportemos como si nos hubiésemos visto ayer, Y podemos contárnoslo todo sin tener que explicar nada.
Y, en el fondo, lo odio. Porque no me puedo enfadar contigo. Tío, hace dos meses que no te veo y, si dependiese de ti, serían dos años. Podría chillarte, gritarte y decirte que eres el peor mejor amigo de toda la Historia. Pero, no, en lugar de eso, te llamo y me tiro 50 minutos colgando del teléfono, riendo y soltando imbecilidades. No me río igual con nadie -No, tampoco con las niñas- y nadie se mete conmigo como lo haces tú, chico sagaz. Y yo ni me enfado ni me defiendo, sólo intento disfrutar de que seas mi interlocutor. Y creo que es porque te quiero.
Sí, si alguna vez he estado cerca de sentir algo parecido al amor, no me cabe duda de que ha sido a tu lado. Pero no es ese romanticismo de las películas de Julia Roberts, nosotros tenemos algo diferente esa picardía compartida que con una mirada nos revela que la vamos a liar ¿Te acuerdas de cuando decían que...? Sí, claro que te acuerdas ¡Qué carcajadas cuando los descubrimos! Para nosotros era impensable, una auténtica locura, la chorrada más grande que nos podían contar. Y cómo disfrutamos tomándoles el pelo, dejándolos completamente desconcertados. Y ahí estábamos nosotros, tú y yo, sabiendo que si no lo vivían jamás lo iban a entender. ¡Ay, niño! ¿No podíamos ser dos amigos normales? ¿No podíamos actuar como nos decía el resto?
¿Y ahora? ¿Qué vamos a hacer ahora, enano? ya no tenemos ningún planeta privado al que poder escaparnos. Yo no sé qué eso que haces con los vectores y tú no entiendes ni la mitad de lo que te cuento. Pero hay una cosa que te voy a decir de gratis: no me importa y creo que a ti tampoco, porque no somos como los otros. No compartimos gusto de música, ni de cine, ni de arte, ni de cultura ni de nada de nada. Pero hablamos exactamente igual
Porque 13 años juntos no los aguanta mucha gente. Y en 13 años hemos soltado muchas paridas, muchos insultos, muchas carcajadas, versos, canciones, chorradas, palabrotas, llantos, consejos, avisos, consuelos. Trece años son 4.745 días en los que nos hemos ido construyendo el uno al otro. Yo no sería nada si ahí no hubieses estado tú. No quiero pensar que no vas a ser tú el que camine a mi lado. No quiero ver cómo te giras y me dices adiós. No voy a dejar que te disuelvas, Peque, tú te quedas justo donde estás.
Y me da igual, porque nadie nos puede separar. Somos parte de un mismo Todo caótico y desesperante a punto del colapso eterno. Y nadie nos puede parar..